Es uno de los pilares de la economía tucumana. No en vano se ha dicho siempre que Tucumán es sinónimo de azúcar. A lo largo de su historia provincial, la industria azucarera ha tenido que sortear numerosos obstáculos y no sin dificultades ha podido salir airosa. Una ordenanza recientemente sancionada por el Concejo Deliberante de la ciudad de Córdoba ha encendido una alarma y está logrando lo que pocas veces ha sucedido: la unión de las partes que integran esta producción madre.
La iniciativa que aún debe ser promulgada por el intendente de La Docta, propone el empleo “responsable” del azúcar en bares y en restaurantes, es decir que esta dejará de ser exhibida en las mesas y sólo estará disponible si el cliente lo demanda. Cada local deberá colocar un cartel que indique: “el consumo excesivo de azúcar es perjudicial para la salud”. La norma pretende generar conciencia sobre el consumo de azúcar; limita la oferta de azúcar de libre disponibilidad en locales gastronómicos; exige que haya bebidas sin azúcar en todo lugar de expendio al público, obliga a las heladerías a que el 10% de sus variedades sea “light” o sin azúcar y establece sanciones que empiezan con la intimación hasta llegar a fuertes multas y clausuras a quienes no cumplan con la disposición.
El gobernador tucumano reaccionó enérgicamente e intentó agrupar detrás de su protesta a los distintos factores. Si la disposición del municipio cordobés se multiplicara en otras jurisdicciones afectaría notablemente la economía de las provincias productoras de azúcar (Tucumán, Salta, Jujuy; Santa Fe y Misiones). El Centro Azucarero Argentino afirmó que el Concejo Deliberante de Córdoba aborda la cuestión de manera superficial y aseveró que era discriminatorio eliminar de las mesas un edulcorante natural y promover su reemplazo por edulcorantes no calóricos artificiales, cuyo efecto sobre la salud se encuentra severamente cuestionado.
Especialistas en nutrición han señalado que el azúcar es necesaria para el organismo y se la puede encontrar en las frutas, las verduras, los productos lácteos. El consumo excesivo de cualquier alimento es perjudicial para la salud. De manera que atribuirle ser la causa de enfermedades como la diabetes o la obesidad parece exagerado. Ello responde seguramente al mal hábito de consumir en forma desmesurada alimentos o bebidas con ese componente. Pero tampoco se habla, por lo menos, en la ordenanza cordobesa, de los endulzantes artificiales, muchos de los cuales fueron prohibidos en otras partes del mundo por sus propiedades cancerígenas. Un ex funcionario e investigador de la Estación Experimental sugirió la modificación del capítulo del Código Alimentario Argentino referido a los edulcorantes.
Una prohibición de esta naturaleza no elimina los excesos ni los malos hábitos que pueda haber adquirido una persona a lo largo de su vida. La educación desde edad muy temprana es el punto de partida para generar conductas alimentarias saludables, acompañadas de actividades físicas. Siguiendo el criterio cordobés, se podría prohibir el pan porque engorda, la leche de vaca, la carne roja o las frutas porque su ingesta en exceso pueden derivar en diversas dolencias.
Creemos que el eje de la discusión debe pasar por la educación, no por la prohibición. Sería positivo si las provincias productoras de azúcar se unieran y actuaran en bloque en defensa de sus economías, apostando siempre al diálogo. Permitir el avance de este tipo de iniciativas es abrirle la puerta a la destrucción de una industria histórica, así como de las economías regionales.